Cardenal estuvo en Lima
Ayer no lo pude creer, apenas sonó el fono de la oficina, un broster me dijo que Ernesto Cardenal se presentaba a las siete pe eme en el Museo de la Nación.
Refucking -dije, y yo que tengo que ir a la presentación de un libro cuasifamoso, -pensaba, mientras que Daniel F repetía en la reportera "A la mierda lo demás"-.
Y efectivamente así fue, Cardenal no es cualquier persona, nica, el tipo es todo un revolucionario y también sacerdote, político, ideólogo, abstemio y un dechado de humildad. Hasta lo han propuesto para el Nobel.
Su larga trayectoria merece el reconocimiento de todos, inclusive el de la viejita de mi costado que lo confundió con Papanoel, del rector de la Universidad Alas Peruanas que le dijo Ernesto Carbajal y de un presentador que lo único que sabía de él es que publicó los famosos Epigramas, que por cierto no paraba de repetir constantemente.
"Una barbarie viejo" dijo Arturo Corcuera que andaba por ahí acompañado de una hembrita.
Al final estos avatares le importaron poco al viejito Cardenal, que hace poco cumplió 80 años y en Iquitos, tierra peruana, le rendirían homenaje en una Universidad. Cosa frustrada, según Marqo es cosa de los enemigos. Pero aún así, el ex Ministro de Cultura de Nicaragua en el gobierno de Daniel Ortega, solicitó ser nombrado "poeta del amazonas" cosa que la riquísima Amanda Portales reconoció antes de cerrar el auditorio donde lo doctoraban con el grado de Honoris Causa.
Ah verdad, Ernestito no quiere que se le recuerden su reciente cumpleaños... Nada de celebraciones, dice. ¿A quién le gusta tener 80 años? preguntaba, mientras todos enmudecían para luego aplaudir el buen sentido humorístico del vate nicaragüense.
Hombre tan sencillo como él no hay. Estrechó la mano de todo el que se acercaba; no hubo distingo ni tampoco descortesía, sino un ánimo de compartir con aquellos que nunca habían escuchado de él y que se encontraban en la recepción para tomar vino, comer sanguchitos y robarse el papel higiénico del baño. Hasta fotos se tomó juento a ellos, con su negra toga y hermoza barba blanca muy larga, cosa que comparte con Dios y Marx.
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