Los enmarañados de Labogal

El arte plástico es muy extraño, diferente y caucásico de otras expresiones; difícil de comprender para los espectadores incautos, y demasiado conceptual para aquellos que se dicen criticadores de este don. Será por este motivo que la mayoría de artistas no comulgan con la populización de sus obras sino que apuestan con perpetuar la vanguardia mediante legados que trasciendan en el tiempo.
Este es el caso de Luis Alberto Bocanegra (labogal), un artista que tuvo de maestro al finadito Víctor Humareda y que actualmente promete revolucionar el mercado artístico con su inigualable estilo enmarañado.
Y qué significa este extraño nombre que Bocanegra quiere perennizar, pues según la RAE (Real Academia de la Lengua Española) éste es un sinónimo de enredado; y efectivamente el artista prevalece sobre el lienzo el relieve de un óleo espeso en forma de vena que se entrecruza con sus clones en la superficie de la imagen pre-fabricada, esquema que podría aludirse a un estado de confusión o de extrema represión pronto a explotar, idea primigenia del llamado impresionismo francés.
Sin embargo, Labogal acuña sus palabras: “mi estilo es propio, único, es mío. No soy un artista como los otros que se van a Francia, Estados Unidos, afuera del país, para luego retornar con su estilo copiado de los extranjeros. No, yo no”.
Es cierto, pues el conocido “luchito”, maestro de primaria, ha desarrollado un estilo auténtico, rebelde, protestante, indígena, realista y muy enredado, multicolor, muy él pues, muy peruano, y eso vale resaltar.