6.11.2008

NOTABLE PERIODISTA DEJA UN GRAN VACÍO


El último cigarrillo de Salazar
Humo, cigarrillos y una voz tembleque aguardientosa son las primeras características que pueden recordarse de Jorge Salazar, prolífico escritor peruano nacido en Chosica, criado en Lima y educado en Francia.
Por lo menos eso recuerdo, claro y también su magna novela “La Ópera de los fantasmas” ganadora del premio Casa de Américas allá en los 80’ donde introducía en nuestra literatura un lenguaje procaz, irreverente, coloquial y de vanguardia, mejor dicho una larga crónica roja de una información que dejó paralizado a medio Sudamérica: la tragedia del Estadio Nacional en 1964 que provocó el tristemente célebre Negro Bomba.
Sin embargo, la pluma de este periodista, que dejó a su paso las redacciones de La Tercera, Expreso, Caretas y recientemente el diario La República, entre otras, no abarca solamente los hechos noticiosos sino también la redacción sobre gastronomía -del cual era una aficionado-, los deportes, la poesía social o de enfrentamiento; y sus enseñanzas en las aulas universitarias que asolan a una serie de alumnos incrédulos de que un mal cardiaco haya arrebatado de sus aulas a este insigne personaje, quien a los 68 años aún batallaba contra corriente para conseguir el bitute diario desde su columna “Punta de lanza” que publicaba en la sección deportes de La República, debido a una indiferencia gubernamental.
Sí pues, al igual que Alejandro Romualdo y Edmundo de los Ríos, quienes fallecieron hace pocos días en la miseria, todo debido a la negativa de otorgárseles una pensión de honor en mérito a su trascendencia literaria, periodística y su contribución con el acervo cultural del país, mientras que otros personajes irrisibles de nuestra ciudad son homenajeados con el Grado Gran Cruz, Medalla de Comendador, Distinción del Buen Vecino, y otros ostentosos títulos más –incluido pensión vitalicia- que evidencian un desconocimiento total de los principales representantes de nuestro país en el extranjero y aquí.
Por otro lado, esperemos pues que se publique “Historia de la noticia” una serie de cuatro libros que terminó de escribir el año pasado donde hacía un recuento de los asesinatos de mayor repercusión mediática en el Perú ocurridos en el siglo XX, claro todo con su particular pluma que se perennizaba en el papel al compás del extinto cigarrillo.(e/h)

6.10.2008

El metal y los murmuros de una época gloriosa



Megadeth afónico
Megadeth una de las bandas más representativas del rock metal en el mundo llegó a Lima, arribó nuestro terruño con sus cuatro integrantes: Dave Mustaine, Chris Broderick, James Lorenzo y Shawn Drovergafas, sus gafas negras, guitarras estruendosas y ese clásico look glam de cabellos largos que mantuvo a toda una generación (ahora cuarentones) meneando la cabeza de abajo hacia arriba y mostrando su irreverencia hacia el mundo con sus trajes negros y correas de acero galvanizado.
Sin embargo su llegada a nuestro país no es producto de su simpatía con la aficionada gente que los sigue, sino más bien de negocios alejados con la música, ¿pues quién se imaginaría que una megaestrella del rock se acerque a estas tierras sudakas con el fin de incluirnos en una gira faustuosa? Nadie. Y así de tajante fue la respuesta de Megadeth quienes argumentaron su acercamiento al Perú debido al café. Si señor lector, pues estos muchachones de mechones largos y mirada ruda tienen en los yunaites una fábrica que elabora café e importan de nuestro país su materia prima. Cosa que no sucede con Argentina, a quienes en su último concierto le ofrecieron una versión metal de su himno, cosa que no harán con el apócrifo nuestro, ya que según el mismo líder de la banda Dave “esto fue una cuestión de amistad ya que hace más de siete años que nos presentamos en dicho país y por eso mismo sería difícil que hagamos lo mismo con todos los lugares que incluyamos en esta gira”.
De la misma forma, los Megadeth megachotearon las preguntas de los periodistas referidos a su cambio de ideosincracia religiosa, así como también a las drogas, la política, y en sí a la misma agrupación, dejando en claro que el antiguo vocero de la rebeldía joven es hoy sólo un afónico murmuro de una generación que se niega a extinguirse y que hoy en la Explanada del Estadio Monumental darán su último grito yanqui. ¡Qué viva el metal! (e/h)